Friday, January 06, 2006

EN LAS NUBES


Miró al cielo. Lo había escrutado muchas veces, pero últimamente no tenía ni tiempo para ello. Recordó sus clases de astronomía en el colegio y esto le llevó a pensar en esos planetas tan alejados. Recordó que sus nombres tenían que ver con el latín, una lengua no tan muerta porque algo que aún respira, aunque sea a base de cultismos, no puede fallecer.
Recordó los grandes dioses de la Antigüedad: Mercurio, Marte, Júpiter…
Y calló en la cuenta de una (no tan estúpida) coincidencia: los días de diario acababan todos en s, mientras que el domingo y el sábado no. Estaban en singular, por así decirlo. Singular. Es cierto que son singulares en ambos sentidos. Tal vez, la persona o la civilización que transformó los días de la semana pensó que sería mejor hacerlo así, ya que estos días son los más apreciados, y todos sabemos por cierta regla económica, que cuantos menos ejemplares hay de cualquier bien, mayor es su valor. O quizá, según una segunda hipótesis, se refiere a que los días de diario (y por tanto laborables) se hacen tan pesados que parecen más de uno y por eso los pluralizó. De pronto cayó en la cuenta de que era domingo de vacaciones. Terrible contradicción, porque sólo tenía tres semanas.
En todo caso, siguió pensando en satélites, en las películas sobre el espacio que había visto, en las imágenes de los americanos en la Luna…y en las nubes. ¿De qué tiene forma las nubes? Pues de nubes, diría cualquiera. Pero no es del todo cierto, porque los niños pintan con la misma forma una nube que una copa de un árbol. Sólo cambia el color. Eso es lo que pintan los niños, y si es cierto lo que reza el dicho popular de que los niños tiene mucha imaginación, los adultos se callan y aceptan como verdad irrefutable que las nubes tienen forma de árbol.
Se quedó dormido pensando y soñó lo siguiente: "Un rebaño de ovejas saltaban por los prados y daban un salto tan tremendo que llegaban al cielo y se convertían en nubes. Al principio estaban cómodas, eran las dueñas del mundo mirando todo desde arriba. No tenían que obedecer al pastor ni a su perro. Pero a los pocos días se cansaban, porque a las ovejas les gusta correr por el prado. Y para colmo de males (a oveja flaca todo son pulgas) se toparon con un nuevo amo: el viento. Éste les zarandeaba sin piedad. Entonces vieron a los árboles. Por mucho que el viento soplara, se mantenían firmes sobre sus raíces. Las nubes comenzaron a sentir envidia de los árboles y lo primero que pensaron fue reunirse. En la reunión se llegó al acuerdo de que las ovejas-nube deberían imitar a los árboles si querían convertirse en ellos. Así, las ovejas se pasaron un año observando, aburridas.
Y un día vieron algo que les sorprendió. Los árboles tan majestuosos, perdían sus hojas. Y a los pocos meses volvieron a salir. Las ovejas-nube se volvieron a reunir con urgencia y dieron con una explicación para este fenómeno: los árboles pierden sus hojas y luego las renuevan para hacerse más fuertes contra el viento. Así, concluyeron en que ellas deberían perder parte de sí mismas para ser como los árboles. Lo intentaron, pero al no conseguirlo, se pusieron negras y derramaron sus lágrimas de impotencia. Lo estaban consiguiendo. Iban a ser como los árboles. Este fue el modo en que las ovejas-nube consiguieron ser como los árboles."
Finalmente se despertó. Y no dudó en mirar al cielo y sonreír.

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