Thursday, September 29, 2005

NOTICIA DE UNA VENTA

En la esquina inferior izquierda del diario de aquel día, se pudo leer:
"Vendió su esqueleto para poder gastarse el dinero que le dieron por él en copas. Sin pensarlo, después de haberlo leído en un cartel no recuerda dónde fue a beneficiarse de las innumerables ventajas que tiene la transacción.
El esqueleto fue vendido contra su voluntad a la Facultad de Medicina de la universidad de la ciudad con el fin de realizar pruebas en un futuro.
Espera que a su dueño, por llamarle de algún modo, la vida le dure bastante, pues aún no ha podido desarrollarse como formación ósea. Está enfadado porque no quiere ser observado por estudiantes aún inexpertos. El esqueleto tiene vergüenza de que le vean desnudo. También teme la soledad de los laboratorios, rodeado de frascos de formol y de pósteres donde con letras y números infinitamente pequeños, se descuartiza la complejidad.
Por otra parte, el que dueño del esqueleto está encantado con la juerga que se corrió a cambio del dinero que le dieron por él y lamenta no haber podido tener dos esqueletos o venderlo por partes y así sacar más dinero.
No se arrepiente más que de que la juerga durara tan poco, y se vanagloria de haber hecho el negocio de su vida, puesto que no tiene que dar el esqueleto a la Facultad hasta que se muera y por aquel entonces él no lo habrá visto y no le dolerá. Lo único es que tiene algo de cosa, en sus palabras textuales, por ser enterrado en órganos. Dice que se pondrá el ataúd perdido de sangre. Por ello, está pensando en vender también sus órganos: y que entierren un papel donde diga algo así: vale por un cuerpo humano del señor Z, de tantos centímetros de altura y tantos kilos de peso.
Por su parte los padres del vendedor no se creen la noticia y piensan que es otra broma de su hijo, que él es así, siempre de guasa.
Pero según dijo éste, me gustaría estar allí para ver la cara que ponen mis padres y qué es lo que dicen para reírme por última vez. Aunque si vendo también mis ojos…bueno, qué más da.
Sin embargo, la cosa tiene una parte mala, ya que al ser propiedad de la Facultad y no del dueño carnal, éste tiene la obligación de cuidarlo para que no llegue con ningún desperfecto, ante lo cuál se lo toma a broma: Yo le daré mucho calcio, pero qué pueden hacer, si estoy muerto, ¿quitarme el dinero?

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