Thursday, September 29, 2005

DESARMAR LOS MERCADOS FINANCIEROS

Desarmar los mercados financieros

Ignacio Ramonet Le Monde diplomatique, edición española, febrero de 1997.

El tifón que han experimentado las bolsas de Asia amenaza al resto del mundo. La mundialización - cuyo principal motor es la optimización a escala planetaria del capital financiero - está poniendo a los pueblos en estado de inseguridad generalizada. Ignora y rebaja a las naciones y a sus Estados en tanto que espacios idóneos para el ejercicio de la democracia y como garantes del bien común.
La mundialización financiera ha creado de esta forma su propio Estado. Un Estado supranacional, que dispone de sus aparatos, de sus redes de influencia y de sus propios medios de acción. Se trata de la constelación formada por el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial , la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y la Organización Mundial del Comercio (OMC). Estas instituciones hablan con una sola voz - amplificada por la práctica totalidad de los media - para exaltar las virtudes del mercado.
Este Estado mundial es un poder sin sociedad, ya que este rol es ejercido por los mercados financieros y las empresas gigantes de los que son mandatarios. El resultado es que las sociedades realmente existentes son sociedades sin poder (1). Y todo esto no deja de agravarse. (Léase en éste número el dossier sobre la crisis financiera actual).
Sucesora del GATT, la OMC se ha transformado desde 1995 en una institución dotada de poderes supranacionales y situada fuera de cualquier control por parte de las democracias parlamentarias.
Una vez que se propone intervenir, la OMC puede declarar a las legislaciones nacionales en materia de derecho laboral, de medio ambiente o de salud contrarias a la libertad de comercio y pedir su derogación (2). Por otra parte, desde mayo de 1995, en el seno de la OCDE, al margen de la opinión pública de los diferentes países, se negocia el muy importante Acuerdo Multilateral de Inversiones (AMI), que deberá ser firmado en 1998, y que se orienta a dar plenos poderes a los inversores frente a los gobiernos.
El desarme del poder financiero debe convertirse en un objetivo de interés cívico de primera magnitud, si se quiere evitar que el mundo del próximo siglo se transforme en una jungla donde los predadores impongan su ley.
Diariamente unos 1.500 millardos de dólares realizan múltiples idas y venidas, especulando sobre las variaciones en las cotizaciones de las divisas. Esta inestabilidad de los cambios es una de las causas del alza de los intereses reales, que frena el consumo doméstico y las inversiones de las empresas. Incrementa los déficits públicos y por otra parte incita a los fondos de pensiones, que manejan centenares de miles de millones de dólares, a reclamar a las empresas dividendos cada vez más elevados. Las primeras víctimas de esta "caza" del beneficio son los asalariados, cuyos despidos masivos hacen subir las cotizaciones bursátiles de sus ex-empleadores. ¿Pueden las sociedades seguir tolerando lo intolerable por mucho tiempo?. Es urgente arrojar algunos gramos de arena en el engranaje de estos movimientos de capitales devastadores. De tres formas: supresión de los "paraísos fiscales"; aumento de la fiscalidad en las rentas del capital; aplicación de tasas sobre las transacciones financieras.
Los paraísos fiscales son zonas en las que reina el secreto bancario, que no sirve más que para camuflar malversaciones y otras actividades mafiosas. Miles de millones de dólares son sustraídos de esta forma a toda fiscalidad en beneficio de los poderosos y de los establecimientos financieros. Porque todos los grandes bancos del planeta tienen sucursales en los paraísos fiscales y extraen un gran provecho de ello. ¿ Por qué no decretar un boicot financiero, por ejemplo, a Gibraltar, o a las Islas Caimán o a Liechtenstein, mediante una prohibición a los bancos que trabajan con el sector público de operar y abrir filiales en esos lugares?.
El impuesto sobre las rentas financieras es una exigencia democrática mínima. Estos beneficios deberían ser sometidos exactamente a la misma fiscalidad a la que se somete a las rentas del trabajo. Esto no sucede en ningún lugar, en particular en la Unión Europea. La libertad total de circulación de capitales desestabiliza a la democracia. Por ello es importante poner en marcha mecanismos disuasorios. Uno de ellos es la Tasa Tobin Que toma su nombre del Premio Nobel norteamericano de economía, que la propuso en 1972. Se trata de gravar, de forma módica, todas las transacciones sobre los mercados de cambios para estabilizarlos y al mismo tiempo para procurar ingresos a la comunidad internacional. Con un nivel del 0,1%, la tasa Tobin lograría anualmente unos 166 mil millones de dólares, dos veces más que la suma anual necesaria para erradicar la pobreza extremada de aquí al comienzo del próximo siglo (3). Numerosos expertos han señalado que la puesta en práctica de esta tasa no presentaría ninguna dificultad técnica (4). Su aplicación arruinaría el credo liberal de cuantos no cesan de evocar la ausencia de soluciones de recambio al sistema actual.
¿Por qué no crear ( a escala planetaria) la Organización No Gubernamental Acción por una Tasa Tobin de ayuda a los ciudadanos (ATTAC)?. En coordinación con sindicatos y asociaciones con finalidades culturales, sociales o ecológicas, podría funcionar como un formidable grupo de presión cívica ante los gobiernos para impulsarles a reclamar finalmente la puesta en marcha efectiva de este impuesto mundial por la solidaridad.
(1) Léase André Gorz, Misères du present, richesse de l?avenir, Gallilée, París, 1997; así como la comunicación de Bernard Cassen en el coloquio "La social-démocratie à l?eure de la mundialisation", organizado por el artido Quebequés (PQ) en septiembre de 1997. Por otra parte, el Grupo de Lisboa, presidido por Riccardo Petrella, publicará próximamente un estudio titulado "El desarme financiero". (2) Cf. Francois Chesnais, La mundialisatión du capital, Syros, París, 1997 (nueva edición corregida). (3) Rapport sur le developpment humain 1997. Económica, París. (4) Cf. Mahbub Ul Haq, Inge Kaul, Isabelle Grunberg. The Tobin Tax; coping with Financial validity. Oxford University Press, Oxford, 1996. Léase Le Monde diplomatique, edición española, febrero de 1997.
--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------ATTAC: ¿Qué es ATTAC? Asociación por una Tasa sobre las Transacciones especulativas para Ayuda a los Ciudadanos. El punto de partida de ATTAC se sitúa en el artículo-editorial publicado por Ignacio Ramonet en 1997 en la revista Le Monde Diplomatique. A partir de ese momento, se empezaron a organizar plataformas donde confluyeron los intereses y las ideas de un número creciente de personas con una conciencia crítica sobre el funcionamiento de la economía y las deficiencias de sus instituciones y con una voluntad decidida de cambiarlas. El movimiento ATTAC pretende ser una alternativa esperanzadora que nos permita retomar la certeza de que otro mundo es posible. ATTAC es un movimiento internacional por el control democrático de los mercados, vertebrado en torno a los siguientes objetivos:1º.- Recuperar, y ampliar, los espacios perdidos por las colectividades en beneficio del poder financiero.2º.- Oponerse a toda nueva renuncia de competencias por parte de los Estados que tienda a privilegiar el derecho de los inversores o mercaderes.3º.- Definir y construir, en suma, un orden socioeconómico más democrático a nivel mundial.Estos objetivos, presentes con anterioridad en la conciencia crítica de multitud de personas, confluyen y se van configurando en diversas Plataformas locales, regionales o nacionales, a partir del artículo publicado por ‘Le Monde Diplomatique’ en diciembre de 1997, donde se planteaba la "imposición de la Tasa Tobin" como posible mecanismo disuasorio para frenar la presente volatilidad en los movimientos de inversiones, que desestabiliza los países.-------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Tasa Tobin sobre el flujo de capitalesHans De Vrey; 20 de julio del 2001 La Tasa Tobin, el impuesto sobre el flujo de capitales en el mundo, propuesto por el economista James Tobin, ha sido reanimado por los anti-globalistas: estos opinan que con los ingresos de este impuesto se puede combatir la pobreza en el mundo. Incluso los ministros de finanzas de la Unión Europea estudiarán la viabilidad de la tasa. Sin embargo, está claro que la posibilidad de que se introduzca este impuesto, es mínima.
El primer ministro francés, Leonel Jospin y su homólogo alemán, Gerhard Schröder, han tenido un gesto de acercamiento hacia el movimiento anti-globalización. La semana pasada el canciller alemán dijo que hay que tomar en serio las preocupaciones de los manifestantes. Ambos políticos condenan la violencia practicada por una minoría, pero el tema forma parte de la agenda política. En este mes de septiembre, los ministros europeos de finanzas estudiarán una propuesta que data de los años 70: la tasa Tobin.
En 1971, el economista norteamericano James Tobin, propuso introducir una tasa sobre los flujos de capital especulativos, los cientos de miles de millones que cruzan el mundo en un día, debido a la necesidad de capital, o que son utilizados para el comercio de valores. Con esta tasa, el que más tarde ganaría el premio Nóbel de economía, pretendía combatir las excesivas oscilaciones en los mercados de valores. En los últimos años la idea de Tobin ha tomado vida independiente. Los activistas de izquierda lo interpretaron como un instrumento para combatir la especulación y quieren ayudar a los pobres del mundo con los fondos adquiridos.
No es una casualidad que el mayor movimiento anti-globalización lleve el nombre el concepto de la tasa Tobin. Ese movimiento, que se originó en Francia, lleva el nombre de ATTAC, Asociación por una Tasa a las Transacciones Cambiarías para Apoyar a los Ciudadanos. ATTAC ya tiene filiales en casi todos los países de Europa Occidental y ha obtenido logros con la promoción de la política de gravamen de Tobin.
Pero la tasa Tobin tiene un pequeño problema: es completamente inaplicable. Eso no lo dicen solamente los especialistas, sino también el propio profesor Tobin. La introducción de un impuesto de esa índole sólo es posible con la aceptación por parte de la totalidad de los países, aquellos desde donde sale el capital y también los receptores. Además exige la cooperación de bancos, fondos y otras instituciones privadas, que envían diariamente esos cientos de millones de dólares hacia todo el mundo. Ya es bastante improbable una aceptación por parte de los países involucrados; que el mundo financiero apoye tal medida es francamente impensable. Los inversores, simplemente, emigrarían hacia paraísos fiscales, o se escudarían en construcciones offshore, que son sociedades anónimas para operar internacionalmente sin pagar impuestos ni dar informaciones en el país donde se han registrado.
Que distintos grupos de activistas levanten banderas de ideales irrealizables no es inusual, ¿pero políticos tan importantes como el primer ministro Jospin y el canciller Schröder? El apoyo verbal al movimiento anti-globalización en general, y a la tasa Tobin en particular, parece ser una buena inversión política. Esto cae muy bien entre los simpatizantes anti-globalización, que representan entre el 5 y el 10% del electorado francés o alemán. Además no cuesta un centavo, ya que la tasa Tobin no se introducirá jamás.

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