Tuesday, December 06, 2005

MI VUELDO DA MUNTAS


Meciste tu cuerpo frágil, cansado y joven entre mis brazos. Frío en un portal y yo desprendía fuego. Dormimos agazapados, haciendo burla a los gatos, a los cajeros automáticos, al Orinoco, a los taxis, al alcohol y a la navidaddelCorteInglés. Con los pies doloridos, en zapatones de payaso y tacones en mano, en harapos de vitalidad, jirones energéticos colgando de nuestros estados de ánimo. Y más abstracciones, más vueltas al lenguaje y menos vueltas entre ambos. Sin colchón. Sólo, de nuevo, un rellano. Era otro 19, otro piso, otro día, y, por raro que parezca, otros personajes. Un corazón latiendo como el Guadiana. En verdad latían los dos, pero como si fueran uno. La sangre como las olas chocan contra las rocas modulaba el corazón: cuanto más contracciones, más se hinchaba el pecho. Al agarrarme la mano, casi me da un trombo.
La ló(gi)ca cordura se apoderaba de nosotros, tal vez por la llegada de nuevo del día y por un camino aún por recorrer, de vuelta a casa. Para luego sentirse solo, extraño, y cambiar el lenguaje de nuevo porque es insuficiente. Y superar la neolengua para crear una menos original, pero que la hago mía como a ninguna otra. Se me revela que mi vueldo da muntas, tantas, que a veces vuelve a la posición original. Y mi vuelta da mundos. Tantas mundos que no caben otros en unos ni con calzador en un vagón de metro de TOkyo.
Así, realidando con la soñadad, palabrando enhebros, felicidando la busquedad, en las sombarte encontradas, por fin, drsite testino el mío, vaguedando entre errades, escalamos en la durmiera.
Todo mi vueldo da muntas. Peondo-munza, diado-munbolo, suje y baba, baba y suje. Yodo-munyo.

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