
Caminando, veo en la puerta de lo que solía ser mi colegio, una pintada. Expresa, con una palabra, algo genial: kaos (no sin su símbolo de anarkía).
El caos. El desorden. ¿Por qué será que seducen tanto? Muchos hacen dios a la anarquía (como sinónimo de desorden). Todo porque el equilibrio asusta, o porque no lo encuentran. El caos, cómo no, tiene su parte de orden. Disfrutemos de la paradoja y hagamos una organización (con su orden) del kaos. Esa palabra es transgresora porque asusta cuando se oye. Todo por el miedo a querer controlar cada detalle minuciosamente, como si se pudiera de verdad manejar a alguien. Como si de verdad, la ciudad tuviera cámaras (puede que el Gran Hermano no esté en las grabaciones de Amsterdam, Marcos, sino en el miedo de la gente a lo imprevisto; pero de Orwell y de Holanda sabes mucho más que yo).
Y pienso en estas fechas cómo se puede confiar tanto en lo imprevisto (véase la lotería) y temerlo tanto (véase la peor designada mala suerte). Gran contradicción del ser humano. ¿La suerte (tanto buena como mala) tiene acaso un orden? Preguntémosle a la causalidad, porque yo sólo tengo preguntas y ninguna respuesta, ya que temo que el día en que sepa todas las respuestas, me cambien las preguntas, como le pasó a aquel.
Sólo dejo una observación más, un guante lanzado: ¿el caos no suele ser pareja de baile del cosmos?
1 comment:
La mala y la buena suerte son pareja de baile. Y siempre van de la mano.
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