Tuesday, October 18, 2005

LIBROS...

Cuando les pido a mis amigos que me regalen libros se enfadan, porque saben qué hago con ellos. Los leo, los desmenuzo, ensucio, subrayo, recreo, releo, recorto, reinvento, revuelvo, los rompo, los ajo....Los hago míos. Diferentes. A veces los presto, regalo, ofrezco...Los guardo en mi cartera, los paseo, los dejo descansar sobre un estante o sobre una mesa. Otras los manoseo, los sudo, los lleno de sangre, de colores, de manchas. Converso con ellos, sobre ellos, hacia ellos, por ellos, desde ellos, por ellos y sin ellos.
Los olvido y los recuerdo. A veces, tras mucho tiempo cerrados vuelven a mí. Entonces los abro y los soplo. No para quitar el polvo, ya que éste se acuesta fuera; sino porque me gusta pensar que el aire de mis pulmones desordenará las letras y creará un nuevo libro. Otro más. Un enésimo libro que consigo a partir de ese ejemplar. Es como si los cosiera unos a otros, y éstos a mí.
Y disfruto viendo cómo al soplar la tinta se corre, chorrea y cambia. Al igual que se adapta el agua a un recipiente. Sonrío al ver modificarse una palabra o una frase, que pensaba conocer, y que en realidad no era más que un supuesto, una ilusión, una vagueza.
Mis amigos, cuando me regalan un libro, aunque se enfaden, saben que me regalan una biblioteca, un mundo sepultado que está esperando ser descubierto.
Me regalan una Atlántida de Palabras.

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