Thursday, October 20, 2005

EN TU CLASE (CONTRA LA ENVIDIA VII)

Se tocaba el pelo enredándolo. Parecía estar en clase, que estaba allí tomando apuntes sobre una teoría. Colocándose las gafas y observando. Observándolo todo (incluso a mí). Pero no la veía. Sólo al más maravilloso barro jamás creado por alfarero. Tan bien moldeado que no le falta ni le sobra nada.
Y la piel de gallina de uno de sus brazos me recordó que hasta lo pequeño en tí me da escalofríos. Tus manos, manos para acariciar, para repartir justicia y amor. Para estar abiertas, sin olvidar el puño de la rebeldía.
Hasta la manera en que envuelves el chicle es papiroflexia. Poderosa. Minuciosamente, lo envuelves una y otra vez hasta reducirlo. Como me reduces a mí. No sólo con tus manos. Bien lo sabes.
Cada palabra en ti es diferente. Da lo mismo lo que digas. Incluso podrías decir: "xzjprtuqw" y para mí tendría sentido. Si pronunciaras eso, me tendrías aquí.
Y aquí me hallo. Rodéame con una pierna como haces ahora y conseguirás que no me vaya nunca. Sigue pisándome y dando altruistamente tu sonrisa y te hartarás de mí. Continua a mi lado, ¿o era yo al tuyo?. Ya no lo sé. Sin quererlo, quiero quererte. Digo "sin quererlo" porque es algo no pensado, meditado, pasado por la Razón, todopoderosa, enemiga nuestra. Más que la Envidia. Si no fuera por ésta última, no leerías esto. Y eso que dije (allá por "Contra la envidia II") que lucharía contra ella. Ya no. Ahora soy (somos) aliados.
Ahora comenzaré una nueva saga: "de la mano de la envidia".

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