Tuesday, October 04, 2005

CÓMO CREAR UNA DISCIPLINA NUEVA

"Hay una parte de la teoría cuántica que dice que cuando dos sistemas se ponen en contacto, por mucho que se les separe siempre estarán relacionados" […]
"La teoría cuántica se basa en el concepto de unidad" […]
¿Unidad? La desunión en la unión no es más que el compartir, el mirar en una misma dirección, en un mismo futuro. El caos y la contraposición de las relaciones humanas (personales) no se basa en la física, porque las leyes no lo son todo. Porque la naturaleza no lo es todo. Porque, a veces, lo natural va contra natura…
Esos eran los pensamientos de aquel estudiante. Sólo quería llegar a extrapolar una gran teoría física-sociológica. Algo así como Wilson con la sociobiología, crear una disciplina. Ser recordado por todos por su obra, ser discutido y refutado en un futuro. Y, sobre todo, ser venerado, ensalzado en un pedestal. Tener un lugar cercano a los grandes hombres de todos los tiempos: Platón, Darwin, Hegel, Freud, Marx, Einstein, Beethoven, Shakesperare, Aristóteles, Sócrates, Mozart, Cervantes, Gandhi…
Él, simple mortal queriendo ser perenne, estudiante de la vida con ansias de vivir otras, de ser otro pero con su nombre. De ser re-conocido por la Humanidad.
¡Qué pretensiones las de la juventud! ¡Qué esperanzas! ¡Qué ganas de seguir luchando! La sangre joven parece llegar más al corazón, poco al cerebro y mucho a las extremidades. La pasión mal entendida nunca lo será por la vida. Vivir apasionadamente no es lo mismo que entender la vida con pasión.
Pero él seguía imaginándose, con juego de palabras, pasar de novel a Nobel. Y quién impide traspasar las fronteras del sueño y de las ilusiones. La realidad pocas veces hace sombra a lo que se busca.
Seguía entre sus papeles, entre sus Planck, Heisenberg, Einstein y demás. Dando vueltas a todo. Sin dejar de plantearse la gran pregunta de todos los tiempos: "¿Por qué no?".
Pero había algo más que le hizo comenzar a pensar. Esa frase en la que se detuvo: "…cuando dos sistemas se ponen en contacto, por mucho que se les separe siempre estarán relacionados". Algo que podía ser reinterpretado, multiinterpretado. La sociofísica que estaba naciendo empezaba con una hipótesis: ¿y si el ser humano como sistema que es, abierto a otros sistemas se comporta de la misma manera? Aquellas dos palabras separadas por comas e inseparables de una tercera palabra, psicológicas, comenzaban a ser en sí mismas como los dos sistemas que podrían relacionarse.
Acababa de conseguir algo grandioso. No sólo pensaba en el hombre como tal, en relación con los demás, sino de probar la teoría de su nueva disciplina poniendo como ejemplo esta nueva disciplina. Se imaginaba amplios volúmenes estudiando el tema con nombres tales como: Introducción a la sociofísica, Sociofísica elemental, Sociofísica humana: esquemas de comportamiento y acercamiento desde el perfil de la nueva disciplina, o Un ejemplo sociofísico: la sociofísica como objeto de estudio. Grandioso. La vida ya resuelta.
Entonces todo era más claro. Las musas celebraban con jolgorio todas sus iniciativas bebiendo ambrosía mientras todas estas ideas se balanceaban en su joven cerebro.
Como si la vida se le agotara cogió un cuaderno con hojas amarillentas y un lápiz medio roído y apartó sus libros sobre Física Cuántica. (Qué más daría que supiera todo aquello si creaba algo nuevo. Además, recordaba haber leído que el propio Einstein fue un estudiante díscolo y con notas muy bajas). Comenzó a anotar todas las ideas que se le iban ocurriendo en guiones, a la desesperada y con trazos ilegibles. En un momento determinado cayó en la cuenta de que se encontraba en la biblioteca de la Facultad y, rápidamente, puso ambas manos sobre el cuaderno para taparlo y observó a ambos lados. No le miraba nadie. Aún su descubrimiento estaba a salvo. A él lo de trabajar en sociedad al estilo Curie no le iba mucho. Los honores debían ser suyos, pues él era el descubridor.
Así que decidió irse a un lugar más apartado de la biblioteca, lejos de miradas de curiosos competidores que pudieran obstruirle en su camino a la fama. A la gran fama. Porque, ¿de qué serviría la sociofísica además de para comprender mejor al hombre? ¿y no era ese el objeto de los primeros pensadores, de los filósofos? ¿No quería él comprender porqué actúa así alguien? ¿No es por eso el gran auge de la psicología, paralelo al desconocimiento general del comportamiento humano?¿No era cierto que una de las frases que más le habían repetido hasta la sociedad era que "a la gente sólo le importa lo que le ocurra a otra gente"?
Sería un nuevo Freud. Un nuevo Pavlov. Pero, un momento, el no tenía apellido de gran científico. ¿García? Cuantos Garcías podría haber. Pero cayó en la cuenta: Wilson también es un apellido común. Así que los dos tenían algo más en común: un apellido vulgar (común) y dos disciplinas nuevas con nombre parecido (sociobiología en Wilson y sociofísica de García.
Sonaba bien eso de Sociofísica de García. Ya se imaginaba a futuros profesores hablando de él en clase.
Mientras tanto seguí escribiendo todo el comportamiento de los humanos en lo referente a su teoría. Cuanto más escribía, más cosas se le ocurrían. Incesantes, la nube de pensamientos no le dejaba escribir con calma. Y aparecían más y más guiones en el papel amarillo. Las ideas se atropellaban y los conceptos no cesaban de fluir por su nítida mente. Pasaba hojas y hojas rellenas sin coherencia por todas partes, sin dejar libres siquiera los márgenes. Incluso paró de escribir y tomó el cuaderno. Le dio la vuelta y empezó a escribir por detrás, cómo se le había ocurrido todo hasta el punto en el que ahora se encontraba. Era su diario de viajes, su cuaderno de bitácora. Su propia biografía.
Al llegar a escribir esas líneas en la cabecera, volvió a darle la vuelta al cuaderno para seguir anotando ideas, y miró de reojo una luz de las lámparas de la biblioteca. Nada más hacerlo se paró un instante. "¿Qué estaba haciendo
y por qué escribía tanto? " -se preguntaba. Sólo recordaba que tenía examen la siguiente semana sobre Física Cuántica.
Tomó el cuaderno entre sus manos y releyó lo escrito, tanto por delante como por detrás. Y no entendía nada. Todo era confuso, pero era su letra. Lo único claro es que no eran apuntes de la asignatura de la que se examinaba.
Así que arrancó una hoja de papel y escribió en ella unos instantes. Tomó papel celo de su estuche y con la boca partió un par de trozos de no más de dos centímetros de largo, que adhirió al papel amarillo.
Cogió todos sus libros y se dispuso a salir. Antes de abandonar la biblioteca colocó el papel en la puerta. Éste decía:
SE BUSCA
Debido a pérdida de memoria, compañero/a para conseguir crear una disciplina nueva. A ser posible alguien que no renuncie a luchar, perseverante, e inteligente.
Los/as interesados/as en este proyecto de gran envergadura llamad a este teléfono: XXXXXXXXX
Gracias
La última vez que vi a García años después de este suceso estaba en la biblioteca con unos tomos sobre Sociobiología y miraba cada cinco minutos su teléfono móvil, semioculto entre un mar de folios amarillentos, algunos arrugados y otros hechos trizas. El pelo despeinado con forma de mano, es decir, con la forma de la mano cuando uno se mesa los cabellos con desesperación.
Quizá no pensó que alguien estaba deseando comenzar esa disciplina con él, pero por temor, vergüenza o tiempo, no quiso. Y si lo pensó, al menos no perdió la esperanza de que alguien le llamara para compartir algo. Pues si algo tenía claro era que "cuando dos sistemas se ponen en contacto, por mucho que se les separe siempre estarán relacionados".

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