Tuesday, June 13, 2006

LA LÍNEA 61


Subió rápido al autobús 61. Por poco no la dejó fuera. Hoy que encima llevaba mucha prisa. Se fijó en el conductor para recriminarle con la mirada, pero al verle no pudo decir nada. Un mutismo invadió su lengua, paralizada como en el dentista.
Se sentó lo más rápido que pudo para que no notara su enrojecimiento progresivo. Sin embargo él no hacía más que mirar hacia delante mientras ella lanzaba miradas furtivas de vez en cuando. Más pronto que tarde, llegó su parada y bajó, dejando en su asiento todas las preocupaciones que hasta ese momento la dominaban, y acompañándola ahora una sensación de estar incompleta. Sensación que la acompañó todo el día y que revolvió aquellas sábanas hace tanto tiempo sin compañía.
Al día siguiente volvió a tomar el 61 a la misma hora. No para verle, pero si estaba ya era un suplemento a su día. Y efectivamente, ahí aparecía, agarrado firmemente al volante. Esta vez le saludó y fue a sentarse, pero no había sitio. Entonces decidió quedarse en la parte delantera, cerca de su asiento, como desatendiéndose de él y disimulando muy mal. Ese día había manifestación en la ciudad y el recorrido del vehículo quedó cortado durante un tiempo, así que entablaron conversaciones sobre nada y sobre todo, como hacen los vecinos en el ascensor. Lo que la desarmó fue que fuera el conductor el que rompiera el hielo y se dirigiese a ella.
Pasados unos minutos más o menos largos, que fueron a la vez fugaces y eternos para los dos, volvió a llegar el turno de bajarse y así lo hizo.
Los días siguientes tomó el mismo bus y habló con él. Pero ya no lo tomaba en su parada ni se bajaba en su destino, sino que aumentaba el recorrido hasta poco a poco completarlo.
Un buen día de ese mismo mes, esa línea 61 se quedó con el asiento del conductor vacío y una usuaria menos. Los demás pasajeros, huérfanos de chófer, no se dieron cuenta nunca del motivo.

2 comments:

jorgeimer said...

"- ¿te bajas en esta?
-Si tu quieres..."

Uqbar said...

algunos tan sólo alcanzaron a saber que ella no tickaba ningún día,eso les irritaba. Viva el amor de los volantes y de los prófugos de las carreteras.