Sunday, March 18, 2007

LA VOMITONA

Alguien reclinado sobre su asiento, con la cabeza gacha, vomitaba lo poco que le quedaba de bilis en el Metro. Todos mirábamos hacia allí, disimulando como buenamente se puede en esos casos. Entre ruidos de arcadas, sólo las palabras de su escudero, compañero de borrachera, diciendo: “no pasa nada, ahora llegamos” (esto, parada tras parada).
Era divertido como una vez se marcharon, seguían presentes. La pota como un resquicio más de su cuerpo, ocupaba su asiento y el contiguo de su compañero. Nadie se sentaba allí y miraba y para otro lado como no queriendo ver lo que no dejaban de observar. Y contenían la respiración. Ignoraban que la vomitona estaba en sus pupilas y en sus papilas. En sus glándulas olfativas y se había colado hasta más dentro de la piel, el corazón y el cerebro.
Cada vez que entraba un nuevo usuario del suburbano frotándose las manos al ver sitio libre en hora punta la reacción era la misma. Entrar sin mirar, percatarse, torcer el gesto, poner cara de asco y buscar disimuladamente un refugio. Cada nuevo usuario era el protagonista: todo el vagón sabía qué iba a hacer. Pero nadie se lo advertía. Al fin, entro un chico que se sentó en el lugar sin darse cuenta. Al rato notó sus flamantes zapatillas deportivas de cámara de aire (impecables, por cierto) pegajosas. Y se dio cuenta. Al principio, lo de siempre, cara de disimulo y lentamente me cambio de sitio. Pero aún así estuvo frotando sus zapatillas contra el suelo con el afán de limpiárselas durante todo su trayecto. Se convirtió en su obsesión. Y cada vez que alguien le miraba y no se las estaba frotando, lo hacía inmediatamente, como si estuviera actuando, como si fuera lo que tendría que hacer en esos casos: su deber en esa situación para no quedar mal.

Yo, que siempre tanto asco les tuve a los vomitados, no cesaba de mirar ni de oler. Una señora sonreía divertida viendo como la situación de los restos de comida (descomida) eran los que dominaban las actitudes del ser humano dentro de aquel universo que era nuestro vagón primero de la línea 6 del tren.

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