Monday, November 26, 2007

EN EL AEROPUERTO (RECOGIENDO A MARTÍN)

Llegamos pronto, pero como siempre, era tarde. Como quien no quiere la cosa, estaba al lado nuestro, pero los uniformes de color tierra nos impidieron verle. Por una casualidad del destino, fui yo el primero en reconocerlo, oteando a la lejanía, quizá buscándonos.
Cabo De Santiago, es lo que figuraba en su corazón. Pero debió de quedarse helado cuando nos vio a Mateo y a mí, los dos primeros. Paralizado, ni nos reconoció. Luego nos levantó en vilo y todos tuvimos una especie de orgullo, una "sonrisa allantada", que se solía decir.
Más tarde llegaron todos y se sucedieron los abrazos. También celebrábamos el cumpleaños del Topo, pero hasta éste se olvidó. Todos nos volvíamos a sentir como todos y cada uno, aunque algunos faltasen. Y es que últimamente, parece que estamos más unidos, ante la alegría y la tristeza.
La mañana pasó volando, entre desayunos y cañas. Y llegó la tarde, pero yo tenía esa especie de vaivén en el pensamiento que no se puede ir de ninguna forma. Que se queda en la ropa y en el paladar, que aún durmiendo siesta no se puede ir. Que ni siquiera disfrutando con otra persona se consigue abandonar. Que quizás Martín dejó en el aeropuerto y nosotros cargamos con ello durante todo el día, en la cafetería ex-Herza, en la Facultad de Derecho, en casa comiendo con nuestras familias y por la noche, a solas en la cama frente al techo.

Por un momento, me gustaría saber qué pensó y sintió Martín al vernos llegar al aeropuerto después de tantas horas de viaje desde Afganistán.

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