Saturday, September 23, 2006

LLOVIDEANDO



Pasear bajo la lluvia me aclara las ideas. Es como si el líquido limpiase una especie de murallas mentales que me impiden ver las cosas claras. Paradójicamente, las llamaría nubarrones mentales.
Por eso es necesario que llueva. Llamadme egoísta, pero no puedo comparar el declive de la la Madre Gea con estar tan saturado de pensamientos que parece que voy a explotar. La Tierra muere poco a poco, yo me saturo demasiado rápido. Será que he perdido esa conciencia irascible que antes me perdía. Ardores de estómago que he aprendido a domesticar y a sosegar con ciertas sustancias y personas.
Mis pensamientos grises producidos por mi materia gris hacen de mí un personaje gris que sólo acaba su función en los días grises (qué raro se me hace no recordar el arco iris). Acompaño a estos pensamientos con una guarnición de canciones opacas que no hacen más que recordarme que la felicidad es el máximo exponente y la tristeza el denominador común.
Agazapado tras una cortina de escepticismo y de cierta socarronería, prosigo mis vueltas. Sensaciones de vértigo me invaden a cada momento. Pienso que si no me caigo sobre el suelo mojado, al menos acabaré tropezando.

Mierda, vuelve a salir el sol. Más mareos. Y asé por qué razón Van Gogh se cortó la oreja. Vértigo post lluvioso.

[Imagen: "Evening Rain and Mist", Bennet Street Gallery]

2 comments:

Uqbar said...

Mierda! Un hombre gris, tal cual, yo. Acabo de escribir un texto tonto sobre la lluvia y al llegar aquí ya te me habías adelantado. Supongo que en algún lugar una neurona hará conexión, una vez más el maestro enseña al discípulo todo lo que le queda por hacer.

Vuelve a salir el sol y no quiero verlo, dile que estaré pensando en el fondo de mi armario.

Anonymous said...

Ardores de estómago que he aprendido a domesticar y a sosegar con ciertas sustancias y personas.
esto me ha encantado