Thursday, August 24, 2006

CENTRO COMERCIAL DE LA MEMORIA

Buenas noches. Hoy clausuramos los sueños de toda una generación (al menos unas cuantas, qué tontería). Hoy abrimos un centro comercial en medio de todos los recuerdos. Allí quizás vendan nuestros pedos relojeros, el Aga y la cinta de hits del Vinilo. Estarán en rebajas los primeros besos de otras relaciones y de las nuevas que se formaron y aquellas canciones que nos hicieron ser. Ofertas por los megáfonos: el Sur con gato incluído, pasillo tres. Chupitos en el Tubo´s gratis sólo con presentarse en el mostrador de información (que antes era una barra).
"Limpien el pasillo, a alguien se le derramó el vino". Por lo menos estará más limpio, pero qué cosas, uno se enamora de la mugre tan fácilmente como tiene una conversación con un chicle pegado en el lavabo de un bar.
Son tantos los lugares donde pasamos las horas muertas, fin de semana tras fin de semana, bar tras bar, mini tras mini, borrachera tras borrachera. Ahora sí que es realmente un circo romano. Pasen y vean, señores clientes. Más que comercios, para mí siempre será un museo de desdichas y felicidades, aparte de otros sinsabores. En fin, una vida en formación, otra en evolución.

Buenas noches. Hoy se cierra una esperanza. Una juventud. Disfruten de sus compras.

(Rindamos homenaje. R.I.P. Brindemos con copas de amistad)

Sunday, August 13, 2006

ENCUENTRO ATEMPORAL EN UN MOTEL(CRUISING?)


Nietzsche y Kafka desnudos sobre un colchón. Se comen la boca, como si sobre ellos pesara todo el hambre del mundo. Y ruedan ruedan ruedan. Los cuerpos sudados se retuercen como serpientes intentando abrazar a sus presas. De vez en cuando, algún suspiro de más, un jadeo de menos y una contracción involuntaria recorren la habitación de aquel motel de paredes finas. Los vecinos escuchan todo: Joyce, Hemingway, Dalí y Proust juegan una partida de póker. Mientras tanto, Cortázar ceba el mate y Poe se sirve otra copa.
Los muelles del colchón están a punto de ceder y chirrían como un cerdo en el matadero. Un sonido desagradable producido por algo agradable. Esto es como los malos músicos con grandes instrumentos. Como los escritores mediocres con la magnífica pluma. Y ahora es Federico el que casi devora la lengua de Franz. Éste, con los ojos cerrados, se preocupa casi más por masturbar al filósofo que por lo que está pasando dentro de su boca.
Y de nuevo, cruce de miradas ardientes encendidas por la llama del alcohol barato. Los muelles siguen aullando, pidiendo compasión. Poco a poco, el ritmo aumenta, hasta llegar a un punto en el que todo explota. Uno, el otro, la cama...todo bajo dos gritos hechos con airede diferentes bocas y pulmones.
Después, uno se tumba al lado de otro, aún desnudos y sudorosos. Rendidos. A punto de dormir, su respiración se acompasa poco a poco.

Por suerte, no hablan entre sí. Y mañana no sabrán ni quién era el otro.